lunes, 23 de febrero de 2009

Asignatura pendiente

Paradojas de la vida...

He podido contemplar, podríamos definir como "situaciones antinatura" que me gustaría compartir y así hacer eco de éstos fenómenos.

Mi relato se centra en la noche pasada, un ratón alzaba su copa en fundido abrazo con un gatito que gritaba ¡por nosotros!. Igualmente, un preso con su bola y cadena al tobillo baila cogido de la mano con preciosa policía con pistola y porra. Y un mutilado de guerra corría como loco calle abajo... Un torero en rincón apartado en beso apasionado con un novillo con sus banderillas y todo... Bin Laden invitaba a una copa al Sr. Bush...Blanca Nieves entraba por la puerta a hombros de su bruja... Pero lo más fuerte e impagtante era un agente de tráfico con "un peo" (borracho) cambiando su tricornio por un gorro de plumas...

Me gustaría, y lo digo de todo corazón, que en algún momento de la vida, éste espectáculo lleno de fantasía y colorido fuera tan real como que llueve para abajo. Por qué, los mismos que una noche escondidos detrás de una máscara y un rímel somos capaces de concectar... fuera de simbolismos, etiquetas, desigualdades y demás trampas sociales, y nos comportamos sin importar quién hay detrás de ese atuendo... cuando horas más tarde nos quitamos el disfraz volvemos a la triste realidad de desequilibrios humanos, vuelven las diferencias, aparecen los defectos y nos vemos obligados a medir nuestro status social.

La humanidad es hipócrita porque sí. La raza humana es la "inteligente" nos dice la ciencia, somos capaces de subir a la luna de turismo, de bajar a las profundidades de los océanos con un simple flotador, de viajar a más de 300 km/h. sin levantarse el flequillo... y luego somos incapaces de dar un pedazo de pan al hambriento ¡qué cabrones!...

Perdonadme, pero es que estoy muy cabreado. Hoy no voy ni a poner foto ni ná. Por más que he buscado en miles de páginas no he podido encontrar, y es que estoy seguro que no existirá una sola fotografía, que describa tanto odio como hay en este mundo enfermizo que estamos creando.

Pero tengo esperanza... algún día mis ojos sean partícipes del encuentro de la princesita con su amado... que el coyote deje de perseguir al correcaminos... que el cazador dé de comer al conejo... que Silvestre deje en paz al pobrecito Piolín... y por supuesto que la Bella Durmiente despierte... ¡vamos moza!

Hago un llamamiento de socorro a todos esos corazones rancios, endurecidos... que hagan el esfuerzo por quienes están realmente en crisis... hambre, guerras, mortalidad en la más temprana edad por falta de una miserable aspirina.

¡Quitaos las máscaras de una puta vez!

miércoles, 18 de febrero de 2009

Mal trago...


Aquella noche...

Todo terminaba para él, palabras frías como hielo, duras como cemento... de ella.

Se desgarraba por dentro de su adiós. En aquel instante eterno, una gran losa se desplomaba sobre él. Era increíble, en aquel local rodeados de tantísima gente... y por primera vez con ella... se sentía solo. Pero una soledad tan firme, tan perfecta, que era real. La música, las luces, todo a su alrededor era como un montaje a su desolación.

No recordaba cuáles fueron sus últimas palabras porque dejó de oir, de sentir, como un maldito sueño tan cierto que le venía grande... era demasiado, tanto dolor insoportable.

Huyó de aquel antro botella en mano, buscando refugio en la noche. Su cabeza era un infierno, destellos de ansiedad, angustia entre trago y trago confudían sus sentimientos. Durante horas dando vueltas por tan maravillosas callezuelas del casco antiguo de día y tan oscuras y temerosas al caer la tarde. De una pared a otra, de un portal a otro ¡apártate borracho! le decían...

La mirada perdida, sin aliento alguno... se dejó caer en el único banco de aquel pequeño parque que le quiso dar cobijo. Enfrente dos amantes miraban con recelo su penosa existencia. Poco después marcharon.

Cuando tímidamente el alba quería dejarse entrever... un banco vacío como los demás, una colilla humeante aún, una botella vertía suavemente sus últimas gotas sobre el suelo y algo más... una cadenita de plata colgaba a merced de la fresca brisa sobre el respaldado de aquel banco. Llevaba consigo una pequeña placa que decía... "juntos hasta la muerte".


lunes, 16 de febrero de 2009

Aijó....

ilustracion de David Vela
Lancé mi mensaje en botella.
Deposité mis monedas en el pozo del deseo.
Pedía a mi estrella fugaz.
Froté mi lámpara...

Durante toda mi existencia, todo lo que estaba en mi mano, a mi alcance. Mitologías, tópicos, hadas... nunca sirvieron para hallar respuestas.

De niño, cuentos y leyendas más que ilustrar servían de confusión a la realidad.
Brujas, ogros, gigantes con un solo ojo... qué nos pretenden enseñar?
Bellas damiselas, doncellas, princesitas ¡qué ternura! siempre perseguidas y acosadas. Envenenadas, cautivas en torreones... esperándo a su príncipe salvador...

O ese leñador que de forma altruista siempre aparece en el momento oportuno... para acabar con el tormento de alguien en apuros.

Lo que más me impactó siempre fue esa escena del "beso a un sapo" ¡qué estómago!
Siempre han sido trajedias, desventuras que más que ilusionar, nos han hecho llorar.
Marco abandonado por su madre ¡ya les vale!
Heidy, criada como una cabra en el monte con menos estudios que un pastor...

En fin... nos queda el consuelo de que todo es mera fantasía y fruto de nuestra imaginación. Si, pero eso lo vemos ahora, que cuando somos niños lloramos y nos tramautizamos con escenas horrorosas de madrastras, brujas con verrugas...

El lobo malo ¿pero siempre? qué obsesión con el pobre animal.

Y los gnomos. Dibujados chiquitillos, regordetes, sirvieron para guardar el bosque y poco más... y encima longevos ¡qué calvario! igual que los enanitos... creados para distracciones burlescas. No es justo comparado con los demás protagonistas del cuento, príncipes bellos, valientes piratas, hasta osados cerditos nos dan una imagen diferente.

La verdad es que no contemplo una infancia sin cuentos. Pilares de nuestra educación que nos hicieron pasar igualmente momentos fantásticos y muy divertidos.

Siempre nos quedará ese leñador...

miércoles, 11 de febrero de 2009

Piedra


Como dijo un soldado... "he visto cosas a mis veinte años que no debería ver persona alguna en toda la vida".

La vida es un expectáculo que hay que verlo en primera fila. No hay que perderse nada. No me refiero a ser el primero, no. Tampoco me vale "los últimos serán los primeros". Y mucho menos, el conformismo de "ir en el pelotón" como rebaño de ovejas. No es cuestión de baremo.

Acostumbramos a ver las cosas venir y luego nos creemos con el derecho a juzgarlas, porque nos sentimos afectados.

No es mi intención la crítica. Pero observemos a nuestro alrededor. Hacemos de nuestras vidas pura rutina y se lo achacamos al de al lado. Siempre hay algún culpable de nuestro mal.

La vida de una persona, os hago una pregunta: ¿es larga si dura sobre los 80 ó 90 años, y corta si no pasamos de los 40?

Mi reflexión es la siguiente...
"La vida no vale la pena si somos meros partícipes, hay que ser el protagonista. No hay mayor desencanto que el levantarse día a día para ser uno más. Qué pena de aquel que un día tras otro, los ve todos iguales. La vida puede ser muy larga para el que sufre de algún modo, y demasiado corta para el que sabe aprovecharla. Nunca dependerá de la cantidad de años que estemos en este mundo. Nunca es tarde para saborear lo que se nos brinda, oportunidades y experiencias que si no las hacemos nuestras estarán ahí, pero simplemente eso".

Añado... no hay que romper con nada, no hay, como se vende la felicidad por ahí, que salir corriendo a buscarla. Las tan nombradas "barreras a nuestra felicidad" son siempre cosecha propia, la hipocresía nos sirve de escudo. Nos ponemos freno y si tropezamos en la misma piedra, la pusimos nosotros.

sábado, 7 de febrero de 2009

Luna LLena


Cuenta una leyenda, que en tiempos muy remotos cuando las clases sociales estaban más que acentuadas. Reyes, súbditos, nobles y vasallos ... tiempos en los que riqueza y pobreza tan unidos como amor y odio. En una aldea de la Provenza que no viene al caso, existió un trovador caracterizado por loar cantares que a diferencia de los triviales, nos relataban desventuras, amoríos y alegorías acontecidas, él tenía el don de predecir a su manera el porvenir.


Su lírica le había aportado gran prestigio entre la nobleza del momento. Era respetado y considerado entre los juglares y trovadores propios de la época.


Una noche, sentado en el quicio de la portada del casón de su señor. Una noche de esas que no falta ni una estrella... tuvo la fatal ocurrencia de cantar con voz susurrante ensayo de una nueva obra. Sus dedos se deslizaban sobre las tensadas cuerdas de su humilde bandurria, al son de una copla poco acertada, por cuanto su predicción describía el engaño de la bella esposa del señor con uno de sus cortesanos. No contaba con el desvelo de aquella dama, que reposada sobre el frío balcón, perturvada por el sueño roto y su corazón desgarrado por un amor imposible... designios del destino que aquella noche y en aquel preciso momento escuchara el cantar.


Perpleja, el temor la invadía por cuanto sus delicados oídos tenían la mala fortuna de advertir. No podía permitir que aquella maldita composión llegara a conocimiento de su esposo. Sin más ordenó a un súbdito que callara la voz de aquel que aventuraba, aquella misma noche.


El caso fué, que la luna llena en todo su esplendor fue testigo del macabro suceso.


La leyenda nos cuenta que al cabo de unos días, después de una larga noche de entrega a su amado fue hallada con profundos cortes en sus muñecas que dejaron fluir su cálida sangre entregando su vida.


Según los lugareños, tras las maravillosas puestas de sol que desde aquel balcón acontecen, al caer las noches de luna llena, se podía escuchar el deleite de las estrofas pendientes de acabar de aquel trovador.

domingo, 1 de febrero de 2009

Libre


Me gusta la música. De cualquier estilo.
La melodía, las letras cautivadoras... consiguen trasladarme a momentos inolvidables que son míos. Una buena letra es como un buen libro, te lleva a sitios increibles y sensaciones que llenan.
He conseguido salir de mi. Dejar mi cuerpo reposado y saltar al abismo de los sueños.
Cada pieza, cada acorde es una pincelada en un lienzo en el que los colores son fruto de mi mente.
Es fantástico dejarse llevar al ritmo de la púa que un maestro baila las notas al son de una melodía. O de esa caricia cálida que la flauta cala muy dentro del alma. Tanto amor contemplado bajo el marco embriagante del saxo... violín que me deleitas ternura unas, frenéticas otras. Diva que concilias mi sueño en noches de ansiedad y pones fondo a mi vida.
Ponerse los auriculares es quedarse uno solo.
Todo un mundo por recorrer, dejarse privar por los sentidos que uno a uno destruyen lo mundano y material, para volar. Inigualable libertad la que nos brinda de romper con todo y explorar.
Beethoven, un creador que no necesitó escuchar las notas. Llenaban de sonido su interior las notas que genialmente escribía.
Cuánto valor es necesario para no dejarse sucumbir por una buena canción. Da igual, la menos apreciada puede en algún momento expandirnos en una ilusión que nos ceba sin consentimiento.
Me gusta tanto!!