domingo, 14 de junio de 2009

Príncipe destronado

Cuenta una leyenda...

...que vagante caballero obligado por el destierro de fatal gesta acontecida en el pasado...
cabalgaba a lomos de su corcel adiestrado a tal efecto, "cuan" de repente el infortunio de desdichada damisela llamosle la atención...

perdida en el bosque por la huída del acoso de bándalos que en la mañana atacaban el cortejo de la heredera de la corona...

Y ahora una de vaqueros...

Por las soleadas llanuras de Colorado, bajo el sol abrasador montaba su caballo solitario mercenario de recompensas con su winchester, montado y preparado para la disputa. Tomó su petaca de whisky, echó un trago y prendió un cigarrillo mirando al horizonte... al rato sonó un disparo, luego varios más, a lo lejos pudo observar ,arriba en la colina, diligencias atacadas por despiadados cheyenes y cómo no, gritos desgarrados de lindas amazonas en apuros...

¡Qué bonito es el cine! el amor incondicional de la dama liberada... él, de corazón frío y muy varonil (con sus pelillos en el pecho y tó) se deja seducir por tan delicada flor.

Y luego sois vosotras las que más llorais por la emoción y quedais cautivas por tales desventuras... ¿pero dónde está vuestro orgullo? se habla mucho de machismo y eso, lucháis con toda razón, contra toda manifestación que ataque vuestros valores, pero al final, quedáis prendadas con la ilusión de que venga vuestro príncipe a salvaros de vuestros males.

No sé, si es que no hay quién os entienda, o que no teneis término medio. Frente a vuestros principios, firmes, frías y calculadoras... pero en cambio, frágiles, vulnerables y en muchas ocasiones casi sumisas de ese cálido corazón que no os cabe en el pecho.

Esa creo yo que es la razón, vuestro talón de Aquiles. Hasta la mujer más sofisticada, llena de coraje y verdadera fortaleza, intelectual es capaz de entregar su "peazo corazón" a ese príncipe que desgraciadamente en demasiadas ocasiones puede ser el ogro más cruel, y peor aún, ese gigante de un solo ojo que no quiere a nadie y no ve más allá de su nariz.

Como dice la canción "ya no existen príncipes azules..." y basándome en que los humanos no dejamos de ser animales (racionales dicen...) los hombres somos buenos por naturaleza, pero como todo, ésta no es perfecta. Mi padre siempre ha tenido caballos, y cuenta que cada uno con su carácter, todos son domesticables y muy nobles. Pero es difícil no encontrar en el picadero algún ejemplar indomable, tosco, terco, sin conocimientos (un peazo de carne sin bautizar) que confirma la regla de que nada es perfecto, ni la propia naturaleza. Visto así, entre nosotros, animales, ocurre de igual manera.

Me dirijo a vosotras... no hagais que ese mal ejemplar se convierta en vuestro príncipe, aunque en algún momento de lucidez haya conseguido cautivaros con valerosa hazaña, toda cabra tira pal monte.

jueves, 4 de junio de 2009

Pasi mi si... pasi mi sa...

Era el día de fin de curso...

Aquel día se celebraba el final de las clases en aquel particular instituto. Después de las típicas competiciones deportivas, entrega de premios y demás actos, al caer la tarde en aquel escenario tocaba no sé qué grupo famosete y nosotros "los ", grupo cuajado por unos colegas en el marco de los años de instituto, que nos había convertido en casi hermanos.

Ese día fue realmente especial, fin de una etapa de adolescencia y principio de una madurez prematura. Era diferente, habíamos convivido muchos días lectivos, excursiones, viaje fin de estudios, momentos buenos y malos... pero no era como siempre, todos sabíamos que se acababa.
Después de todo, habíamos creado un vínculo o círculo de amistad que nos comprometía uno a uno.
A todo esto, subimos al ascenario. Nuestros incondicionales estaban como locos, los de primero, los de tercero, todo BUP, los profesores más informales... ¡qué espectáculo! Los primeros acordes sonaron a verdadera explosión liberada de aquel tormentoso momento de ansiedad y nervios a flor de piel. Desde arriba no parecía lo mismo, las clases, el gimnasio, era muy distinto. El paso por aquel instituto nos había marcado a fuego para siempre y éramos conscientes, no volveríamos a ser los mismos melenudos (los jevis del insti) que paseábamos carpetas negras cargadas de calaberas.

El momento culminante de nuestra actuación llegó cuando la voz de Fede- "el peines"- improvisaba, al son de batería, la frustante despedida de aquel lugar y de toda la gente a quien queríamos. A la luz de los mecheros continuamos con la única balada de nuestro repertorio..."dedicado a Ana", pérdida que no habíamos superado nadie de los que allí nos encontrábamos. Uno a uno fuimos apagando los instrumentos dejando solo a la batería, a "Toni", su compañero. Aún recuerdo a golpe de platillo aquella mágica noche.

Llegado el momento, al pie de los autobuses, todo eran abrazos, lágrimas y "te llamo..."

Un colega, una profesora y el que os escribe no pudimos entrar en aquel juego de despedidas y simplemente nos perdimos.

Terminamos con la botella de calimocho bajo una de las porterías ,bastante ebrios, observando cómo lentamente ya de madrugada, se marchaban aquellos autobuses cargados de emociones y sentimientos.

Todo quedó en silencio, aquellas ruidosas clases y saturados pasillos se habían desvanecido. Sólamente me despedí del conserje, ayudó a levantarme, para cerrarme las puertas para siempre.