viernes, 27 de marzo de 2009

Solos en el mundo


Si puediera subir al espacio...
Si algún día tuviera la oportunidad de hacerlo, lo haría con mi camiseta de los Rolling, una bandera blanca inmaculada bien grande, un bocata de lomo y una cerveza fresquita.
Al llegar a cualquiera de los planetas que dicen los científicos, no hay nadie... yo, con voz potente dirían "iooohh....... ¿quién vive?", y aún con todo el caudal que mi voz fuera capaz de potenciar, explicaría a quienes me escucharan (alienígenas, dicen) el motivo de mi llegada.
Así, les diría como ya he dicho gritando... me vengo aquí con vosotros porque allí de dónde partí ya no se puede vivir. Se están matando. Se odian a muerte. Es tal el infierno que se está creando en la Tierra, que ya no se sabe quién es el bueno y quién el malo, el civilizado es a costa de masacrar a un tercero... el potente de abusar al mermado de recursos. Se habla de progreso y lo que hacemos es destruirnos... cualquier gobierno del mundo destina más fondos para armamento "para su defensa dicen" que para darles una vida digna.
Pero, ¿armas para defendernos de quién? de nosotros mismos, pienso yo.
Los estudiosos del cosmos no pueden asegurar que haya vida en otros mundos... ¿pero quién va a querer tener contacto con nosotros? si no somos capaces de vivir juntos en "nuestra casa" lo vamos a hacer con los de fuera...
Están empeñados en encontrar el origen del sistema solar, formación de galaxias, de si algún meteorito no caerá encima... ¿pero yo voy a estar preocupado de eso?

Ni que el Sol nos queme, ni que se derritan los polos, ni calentamiento ni p... ¡que no nos hace falta que la madre naturaleza nos eche una mano, que no, que "nosotros somos capaces de destruirnos solitos"... ésto lo diría ya desgarrándome la voz...

Cuando los habitantes del planeta, digamos X, vieran llegar a un fantoche, vieran la podredumbre de su mundo, no sé si se echarían a reir o lo más probable les diera pena. Porque la verdad, damos pena. En un mundo en el que cabemos todos, hay de todo para todos, pero el problema está en que no nos queremos. Toda religión predica el amor... "pero con los nuestros"...

Toda nación pretende el orden social y el progreso "pero para ellos". Toda persona busca la felicidad "pero para sí misma"...

La verdad os digo que si los habitantes de X me dieran la mano, me quedaría por el fin de mis días, porque es imposible que sea un planeta tan estúpido como el nuestro. Y luego nos reímos porque ellos en lugar de orejas llevan trompetas, son bajitos, espatarraetes de ojos saltones y viajan en una fiambrera llena de luces.

Igualmente aquí cuando alguien no se comporta como los demás, decimos que es un lunático. O si es rarete o extraño que es un marciano... ¡cuánto nos quedará por aprender!

Intentando gritar aún más, alzaría mi voz hacia el infinito universo para que con la velocidad de la luz y en todas las direcciones posibles oyeran esto... "como dicen los jipis -paz y amor-" cabrones!!!

lunes, 23 de marzo de 2009

Qué silencio...!!


Aquella noche...

... volvía de arreglar algunos asuntillos, después de un largo y complicado día. El trayecto de vuelta a casa no era muy largo, pero era tarde. Una de esas noches oscuras de invierno y con el peligroso pavimento mojado después de una finísima llovizna.

Conducía con la prudencia que me permitía mis deseosas ganas de llegar... la chaqueta tirada casi con desprecio en el asiento de atrás, la camisa desabrochada y corbata más que aflojada... lo más cómodo que me podía situar al volante.

La radio encendida con algún programa "de debate" sin mucha atención, la verdad, cuando durante unos instantes observé que esa noche el tráfico que habitualmente rodaba por aquella carretera era excasa. Bueno, más que eso, y parándome a pensar un poco no podía recordar vehículo alguno desde que me había incorporado a ella, hacía ya un buen rato.

Claro está, la noche no era propicia para salir... sí, pero, ¿y los que debían volver como yo de la zona industrial...? no sé, quizás era más tarde de lo habitual.

Sin preocuparme demasiado, seguía comiendo kilómetros, intentando desconectar un poco de los asuntos de trabajo y todo eso... pero pasado un rato me sentía demasiado relajado, debido quizás al cansancio, monotonía, no sé. El caso es que decidí encender un cigarrillo para espabilarme un poquito. Saqué uno de la cajetilla, y cuando pulsé el mechero del salpicadero la radio se apagó. Confusamente esperé el momento que saltara ya prendido, pero éste por más que lo intentaba no se calentaba.

"-Joder! ahora parpadean las luces del cuadro"-. Claramente, pensé, he provocado algún pequeño cortocircuito y será algún dichoso fusible el que me está incordiando el viaje. Por entonces ya había salido de ese estado de calma que me tenía adormilado... cuando un poco más adelante y algo preocupado por las dichosas luces, éstas empezaron a perder intensidad por momentos y ésto me obligó a parar en el arcén.

Yo, que háblame de cifras, contratos y cotizaciones, de mecánica el más patoso del mundo. Levanté el capó, no sé para qué, pues sinceramente eso es lo que se hace en esos casos, pero es como si me asomo a un pozo, no veo nada.

Tomé mi móvil de último diseño, y como si de un ladrillo se tratara, éste se encontraba como las luces, listo de papeles!

La verdad es que observando a mi alrededor no podía reconocer el lugar donde había parado el coche, era extraño pues todos los días solía tomar ese mismo camino...

Pasaban los largos minutos y cada vez el silencio era mayor, tan sólo roto por el aguaviento que se presentaba, más inoportuno que nunca.

Entonces cogí mi chaqueta y mi portátil, cerré el coche y me dispuse a caminar por aquella solitaria y más oscura que nunca, maldita carretera. Cuando anduve un rato, quise apreciar el ruido de un motor y segundos más tarde quedé deslumbrado por las luces de algún vehículo que se acercaba. ¡Era mi salvación! el vehículo se aproximaba despacio hacia mí -"... me ha visto!"- levanté mis manos en el mismo instante que el vehículo paró y se abrió la puerta del copiloto por la cual, por la fuerza de la lluvia y el viento que hacía, prácticamente me tiré dentro.

Cerré bruscamente la puerta. Nunca había sentido tanto frío interior. Quedé totalmente inmóvil, preso del terror al descubrir que ese vehículo era el mío y nadie conducía...

La puerta no se abría... la radio empezó a sonar como loca... al mismo tiempo notaba cómo tiraban de la solapa de mi chaqueta... creo que perdí la consciencia o no sé...

Al llegar la luz del día, dentro de mi coche, un ciclista me intentaba despertar...

Realmente no sé qué sucedió aquella noche. Al día siguiente vendí el coche, casi lo regalé y nunca más he circulado por aquella carretera...



sábado, 21 de marzo de 2009

Tristeza de Mujer


Parecía tan sencillo...

Sentada frente al espejo, desnuda sólo con una de sus camisas, suavemente cepillaba su pelo.
Como perlas fluían encadenadas lágrimas, limpias y puras de aquellos entristecidos ojos que tiempos atrás brillaron con luz propia.

El tiempo empezaba a hacer mella en todo su ser. Tanto vivido, tanto por vivir pero no era el momento más adecuado. Aquello que le hacía vibrar, sentirse grande... hacía tiempo que la había abandonado sin compasión.

Sentía que el mundo era como un lienzo en el que ella no pintaba nada. Dejaba de ser protagonista de su propia vida.

Duramente el paso de los años habían escrito uno a uno en sus mejillas, sus labios, líneas grabadas como a fuego. Fiel sello del pasado que sin miramiento maquillaba su tersa piel.
De naturaleza fuerte, un día tras otro se sentía cada vez más débil. Pura marchitez sin escrúpulos la condenaba.

Como alma en pena, sin sentido, con todos los miedos del mundo metidos en su cuerpo.

Noches eternas de vigilia, en las que no encontraba sosiego ni descanso alguno. Sueños más que rotos, atormentados por la desidia.

No pensaba que los fantasmas del pasado puedieran ser más poderosos ni tan reales. Hundida en lo más profundo, no encontraba dónde subir a flote.

Todo ese peso, ese lastre de sentimientos encontrados la hacían susceptible y emocionalmente desequilibrada.

No era locura, no se sentía querida.
... con un gesto, una mirada, un beso...
... tanto pedía...

martes, 17 de marzo de 2009

Dándole al coco!!



Siempre me han apasionado las historias de aventuras.

Países exóticos, lugares que siempre, lea quien las lea, les quedarán muy lejanos y siempre extraños... hay que ver! nadie suele haber estado allí y todos creemos de su existencia, ahí creo yo estará la riqueza de éstos relatos.

Quizás el que más me cautivó en su momento fue éste fenómeno de Robinson Crusoe, ¡quién no conoce al náufrago inglés!

En cierta manera, éste tipo siempre me ha inspirado envidia. Paradógico puede resultar que alguien como yo, pueda sentir eso. Pero el calvario que un ser puede sufrir en semejantes circunstancias puede llegar a ser fortificante y el entendimiento con nuestro "yo". Paralelamente al Conde de Montecristo, su cárcel una isla. Pero a mi entender y a diferencia de éste último, su verdadera prisión fue, igual que cualquiera pudiera sentirse, él mismo.

Ya sé que 28 años totalmente aislado, fue demasiado, pero hay personas que duran así toda una vida y nunca son rescatados.

Encadenado al silencio. Yo conmigo mismo. Vivir para uno. ¿Se puede considerar ésta situación como egoismo forzado?

La verdad no es que necesite una isla para perderme, ni para estar solo, no es para evadirme de responsabilidades u obligaciones, ni siquisiera es para dejar pasar ciertos parámetros de tiempo que no sean convenientes... simplemente pienso que con un simple islote de sosiego y reencuetro con lo nuestro...

...porque si nuestro discurrir por la vida lo ponemos en manos de otros, si nuestras ilusiones y sueños no son cosecha propia... nuestro conformismo será el último grillete.

Por último decir, que Crusoe tuvo la fortuna de ser rescatado, nunca sería el mismo... y es que quien vive a la deriva no vuelve a su sino.

jueves, 12 de marzo de 2009

Pasión por el ruido



Éramos claramente chiquillos...

Adolescentes melenudos, vaqueros desgarrados y chupas repletas de chapas, símbolos y sobre todo camisetas de nuestros grupos preferidos ¡qué pasada!

Contaré una de tantas noches de concierto, allá por los 90´s, os pongo en situación... ¡Barricada en directo! Ya nos costó bastante el poder trasladarnos a otra ciudad, gracias al padre de uno de nosotros, que no muy convencido aceptó el llevarnos no sin antes darnos la tradicional charla paternal a la que estábamos acostumbrados. Pero nos daba igual, todo era muy emocionante y cautivados por la noche que se presentaba hasta tuvimos que soltar alguna que otra mentira sin maldad para llevar a cabo nuestra odisea.

Igual que piratas, calaveras a la vista y música heavy por bandera aquella experiencia iba a ser inolvidable para los tres. Casi disfrazados más de lo normal, con las entradas anticipadas tres meses antes, adoradas por los colegas que quedaban colgados sin poder ir, fue llegar al lugar del festival y ¡como locos!

Lo típico por entonces, litrona y cartón de vino escondidos en la ropa, no os diré dónde... ya en la fila para entrar dando saltos y bromas con los demás especímenes que acompañaban el evento. No es casualidad, pero por experiencia os digo que los conciertos de rock tiene algo de mágico, prácticamente todos somos pertenecientes a una especie de tribu urbana cuales Cien Mil Hijos de San Luis.
Encienden los focos... todos flipando, suenan los primeros acordes y entre el humo aparece "el Drogas y compañía". Por unos segundos, parecía increíble el encuentro con la música que tantas vueltas había dado nuestro vinilo... realmente era pasión por el ruido.

Conocimos una peña con la que intercambiamos lo propio, pañuelos, birra y algún que otro cigarrillo... así como anécdotas y vivencias todo por el rock. Y es que era así... ¡vivíamos por el rock!

Ya fuera del espectacular conciertazo, como niños, fuimos para la feria. Coches locos, luchando entre pandillas a topetazo limpio, era totalmente una guerra de sentimientos y enfrentamientos de locura y tarareo de aquellos temas que llenaban nuestra existencia. Recuerdo subimos a la enorme noria, que en principio no nos dejaban por nuestra presencia y estado, algo ebrio, pero más que por el alcohol, por el momento. Desde lo más alto, acompañados con unas chicas que conocimos horas atrás, viendo la ciudad en la madrugada, las luces, la feria, la gente como hormigas ajenos a lo que nos estaba ocurriendo... no se podía pedir nada más, bueno sí, otro litro fresquito.

El final de la historia no tiene la mayor importancia, ya de madrugada después de una tormenta que casi ahoga el ferial, y como al término de una gran batalla, todo era tranquilidad y sosiego en aquella ciudad que nos despedían los barrenderos, camareros recogiendo el género y los demás empleados públicos que nos parecían como duendes dándonos las buenas noches.

Historias como ésta, colores. De vez en cuando me vienen a la cabeza éstos recuerdos de los que hoy os he hecho partícipes, y aún me late el corazón desbocado cuando los revivo. Pero no quiero daros a entender que lo hago con pena, todo lo contrario, aún conservo los mismos amigos que en tantas ocasiones fueron soldados en mis batallas... y para no olvidar, de vez en cuando volvemos a esas experiencias...

... mi mujer, a la que no le gusta mucho esa música, me acompañó recientemente a ver el Festival Vía de la Plata en Mérida, y éste relato se lo dedico a ella... un beso para tí.

sábado, 7 de marzo de 2009

Para tí

Hoy he escrito una nueva entrada y no he tenido el valor de publicar.

Demasiado propia y sincera, creo. Una vez escrita me ha temblado la mano para hacerla vuestra, lo siento. Pero es que no sé si era el momento.

Es extraño, al terminarla me he sentido realmente bien. No la he publicado, pero ha valido la pena. Me siento, escribo lo que me sale del alma y es mágico. Es como llorar cuando lo necesitas o cuando no puedes controlar un sentimiento. Como correr sin punto de llegada fijo. Saltar hasta caer sin fuerzas... es genial.

He estado un rato dando vueltas por blog, al azar y claro está, he visto de todo. Y me he dado cuenta de que todo está saturado con tanto amor, te quiero, la amistad... todo eso está muy bien, vale. Pero nada sirve de inspiración a los poetas más que el amor? es muy fácil decir palabras bonitas que a todos nos llega. Se habla mucho de la vida, buscando la felicidad, estoy depre, o he encontrado mi alma gemela. Muchos son los que siguen los cánones de las letras, y no es crítica, pero no es casualidad que uno se encuentre una vez y otra hablando siempre de lo mismo.

Voy a ser sincero, en este mundillo hay demasiada hipocresía, te digo cosas bonitas en mis comentarios para que me leas. Te sigo para que me sigas y todo ello para llenar nuestro blog de gente y engordar nuestro ego.

En una ocasión dije a un compañero algo que no le gustaría, pues dejó de hablarme. ¿Es que sólo aceptamos lo bonito? Entiendo que ésto no es para tomárselo muy enserio y que es un simple pasatiempos y una forma de intercambiar vivencias y experiencias o simplemente una vía de escape a lo cotidiano, yo lo entiendo así.

De todas formas es un espectáculo descubrir todo lo que se ofrece en ésta pantallita. A quienes sigo lo hago por ser originales y enseñarme cosas diferentes y como os dareis por aludidos, muchas gracias por estar ahí.

Un abrazo de verdad.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Sueño roto

Una noche cálida... pleno verano en aquella habitación semidormida, algo desvelada. Una noche de esas que la mente vaga al son del silencio de aquella madrugada.


Sintió un chasquido. Miró hacia el techo, y sin más un desconchón le cayó en el ojo. ¡Coño! cagüen to!Perturbada, se levantó.


Horas atrás cuando alcanzaba el más profundo sueño, sintió como un pellizco en la mejilla. Levemente e intentando buscar sosiego en el instante, descubrió que una pinza de un rulo de su pelo le presionaba el moflete.


Tanto tormento terminó por despertarla. Entre los visillos del balcón por el cual entraba tímidamente la luz del alba y ligera brisa, se dibujaba la silueta de una dama, en camisón, medias folladas y zapatillas en chancla.


Observando el venir de la mañana,asomada al balcón dejó fluir un aire, estallido corporal que alertaba a transeúnte que cruzaba, ¡vamooos...! Como una tierna seta del bosque que tras intensas lluvias brotan... misma réplica yacía en aquel balcón camisón arriba ahuecado por el follón.


Con calma, sin prisa, colocando su peinado, entró dentro, encendió la radio, puso a calentar un cacito con leche y se tiró al sofá. Allí, sola, mirándose al antiguo espejo que colgaba torcido encima del deteriorado tresillo, quedó un rato en silencio, observando su cara, su vida... y pensó que había demasiada calma. En la radio alguna canción, la leche subiendo... y ella callada, silenciosa.


Entonces pasó algo. Los vecinos no oyeron nada, nadie podía adivinar la realidad de lo ocurrido. Cuando entraron, la puerta abierta, la radio encendida, no encontraron a María...


Unos que con parientes, otros que abducida... nadie lo sabía.
Con ella marcharon sus recuerdos, fotografías...
Su bata de guatiné seguía allí, tambíen sus medias...
Ah! de la leche no sé .